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Campaña antivacunación… lo que nos faltaba…

El 4 de abril de 2010 El Nortero publicó esta nota en su sitio web:

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Los mitos urbanos avanzan sin control en Chile, lo cual pone en evidencia la escasa cultura científica de la población. Un mito que hace años existe fuera de Chile, y que lamentablemente estamos comenzando a importar, es el de asociar a las vacunas efectos adversos supuestamente conocidos y despreciados por las autoridades sanitarias. El razonamiento es que estos efectos serían intencionalmente ocultados pues estas autoridades tendrían arreglos comerciales con los laboratorios que fabrican las vacunas. Como por supuesto no hay una avalancha de pruebas que validen esta afirmación, se trataría entonces de que estas autoridades simplemente son malas, flojas o ignorantes. Si bien un pacto de negligencia sería posible a nivel de algunas pocas personas inescrupulosas, el plantearlo como una acción concertada entre prácticamente la totalidad de autoridades sanitarias, laboratorios y médicos del mundo viene a conformar una teoría de conspiración no sólo muy difícil de fundamentar en lo social (¡por favor que alguien nos cuente el secreto para poner de acuerdo a tanta gente!) sino que termina no cumpliendo otra función salvo la de sembrar sospechas sobre la actividad científica, lo que tiene efectos altamente nocivos. En los lugares donde estas campañas han tenido éxito, los casos de enfermedades han aumentado notablemente, y son especialmente niños/as quienes pagan la consecuencia de haber nacido rodeados/as por ignorantes. Ver por ejemplo aquí o aquí.

En Chile ya apareció un movimiento llamado “Detengan la vacuna” que tiene un sitio web que es básicamente un collage inconexo de imágenes, escaneos de documentos y testimonios con los que tratan de dar cuerpo a un caso indefendible. O.K. Cualquiera puede tener un sitio web (inclusive este servidor) pero ¿se merece una tribuna más grande? Eso debiera ganárselo por la calidad de sus argumentos o evidencia, los que en el caso de “Detengan la vacuna” prácticamente no existen, pues incurre constantemente en vicios como la selección de evidencia únicamente favorable a su teoría, ignorando la evidencia en contra; insiste en la acumulación de anécdotas como si fueran datos duros; en mezclar fuentes de tremendamente diśimiles grados de credibilidad; etc. No obstante, al parecer El Nortero tuvo una opinión distinta respecto a esta fuente, pues citó en extenso este sitio web en la nota comentada en este post.

Si usted va a El Nortero a ver la nota, encontrará otras faltas graves. El periodista cita a Teresa Forcades, a quien presenta como doctora en medicina y autora de dos libros. Suena potente ¿no? Pero aclaremos. No es doctora en medicina, es médica, sin un doctorado. Y el que sea médica tampoco inspira gran confianza si consideramos que tan recientemente como en noviembre de 2009 estaba exponiendo sus ideas no en un congreso de medicina sino en un congreso “espiritual” en que participaban personas que niegan que el VIH causa el SIDA, que creen que la Tierra es hueca y otra serie de pamplinas imaginarias. ¿Por qué si sus ideas tienen algún fundamento sólido no las defiende frente a pares calificados sino que las presenta precisamente ante el tipo de asamblea de gente que estaría dispuesta a creer cualquier cosa? ¿Es el tipo de fuente que un periodista serio debe citar cuando estamos hablando de algo tan importante como la salud de la población chilena?

Mi especialidad no es la medicina, sino la astronomía, pero recomiendo la lectura de estos artículos: http://blogs.elcorreo.com/magonia/tags/vacunas Como suele pasar, en inglés hay mucho, mucho más material, porque en estas cosas también vamos con un par de décadas de retraso. A ver si esta vez hacemos la excepción y no esperamos hasta el 2030 para ponerle freno a la muerte de personas inocentes sencillamente porque no nos informamos un poco mejor.

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